EDUCACIÓN INFANTIL.
PRINCIPIOS METODOLÓGICOS DE LA ETAPA
LOGSE 1991
La
etapa de Educación Infantil es susceptible de recibir diferentes tratamientos.
La exigencia de orientar y dar un sentido inequívocamente educativo a
Los
aprendizajes que el niño realiza en esta etapa contribuirán a su desarrollo en
la medida en que constituyan aprendizajes significativos. Para ello el niño
debe poder establecer relaciones entre sus experiencias previas y los nuevos
aprendizajes. El proceso que conduce a la realización de estos aprendizajes
requiere que las actividades y tareas que se lleven a cabo tengan un sentido
claro para él.
El
profesor, partiendo de la información que tiene sobre los conocimientos previos
del niño, presentará actividades que atraigan su interés y que el niño pueda
relacionar con sus experiencias anteriores.
Aunque
no hay método único para trabajar en esta etapa, la perspectiva globalizadora,
se perfila como la más adecuada para que los aprendizajes que los niños y niñas
realicen sean significativos. El principio de globalización supone que el
aprendizaje es el producto del establecimiento de múltiples conexiones, de
relaciones entre lo nuevo y lo ya aprendido. Es, pues, un proceso global de
acercamiento del individuo a la realidad que quiere conocer. Este proceso será
fructífero si permite que las relaciones que se establezcan y los significados
que se construyan sean amplios y diversificados.
El
profesor propondrá a los niños y niñas secuencias de aprendizaje, pequeños proyectos
o unidades didácticas que requieran el concurso de contenidos de distinto tipo
y de distintas áreas, aunque será también conveniente plantear otras
actividades que alternen con las propuestas globalizadas.
La
actividad física y mental del niño es una de las fuentes principales de sus
aprendizajes y de su desarrollo. Esta actividad tendrá un carácter constructivo
en la medida en que a través del juego, la acción y la experimentación descubra
propiedades y relaciones y vaya construyendo sus conocimientos.
Es
imprescindible destacar la importancia del juego, como la actividad propia de
esta etapa. En el juego se aúnan, por una parte, un fuerte carácter motivador
y, por otra, importantes posibilidades para que el niño y la niña establezcan
relaciones significativas y el Profesorado organice contenidos diversos,
siempre con carácter global, referidos sobre todo a los procedimientos y a las
experiencias. Se evitará la falsa dicotomía entre juego y trabajo escolar.
Desde
esta perspectiva debe entenderse la consideración de las distintas clases de
contenidos establecidos en el currículo. La existencia de conceptos y actitudes
no supone en ningún caso que deben ser abordados de manera transmisiva y
verbalista. La distinción es útil para el Profesor, quien a la hora de
planificar las actividades tendrá en cuenta los diferentes tipos de contenidos
y procurará que su construcción progresiva se realice siempre desde la
actuación del pequeño, alrededor de problemas y situaciones concretos en los
que puede encontrar sentido porque conecten con sus intereses y motivaciones.
Aunque
importantes en todas las etapas, los aspectos afectivos y de relación adquieren
un relieve especial en
Una
adecuada organización del ambiente, incluyendo espacios, recursos materiales y
distribución de tiempo, será fundamental para la consecución de las intenciones
educativas. El espacio escolar permitirá al niño situarse en él, sentirlo suyo,
a partir de sus experiencias y relaciones con personas y objetos. La distribución
del espacio debe adecuarse a las variadas y cambiantes necesidades de los
niños, hacer posible el sueño y reposo de los más pequeños, facilitar a los que
se desplazan el acceso y uso autónomo el espacio y tener presentes las
características de cada grupo de edad y sus necesidades. Se debe prever que los
niños dispongan de lugares propios y de uso común para compartir, para estar
solos o para jugar y relacionarse con los demás, espacios para actividades que
requieren una cierta concentración y espacios amplios que faciliten el
movimiento. El educador deberá prever las distintas situaciones y decidir sobre
los medios que las hagan posibles, evitando organizaciones rígidas y
excesivamente especializadas.
El
Centro debe ofrecer una gama variada y estimulante de objetos, juguetes y
materiales que proporcionen múltiples oportunidades de manipulación y nuevas
adquisiciones. La selección, preparación y disposición del material y su
adecuación a los objetivos educativos son elementos esenciales en esta etapa.
En
En
los Centros de Educación Infantil se configura una comunidad educativa con
mayor facilidad que en otro tipo de Centros.
La
existencia del equipo educativo es indispensable para asegurar una coherencia y
continuidad en la acción docente. El equipo actuará conjunta y responsablemente
en las tareas y funciones que le son propias. Éstas se refieren a la
elaboración, desarrollo y evaluación del proyecto curricular.
La
familia desempeña un papel crucial en el desarrollo del niño. En este sentido,
el Centro de Educación Infantil comparte con la familia la labor educativa,
completando y ampliando sus experiencias formativas. La eficacia de
Mediante
el intercambio de información, familia y educadores tratan de guiar y facilitar
la incorporación y adaptación del niño al Centro.
La
evaluación del proceso de enseñanza y aprendizaje será global, continua y
formativa. La evaluación inicial tendrá
en cuenta las características del medio en el que el niño vive y partirá de la
información procedente de los Centros de donde provienen y de las familias. La
evaluación formativa permitirá al Profesor indagar qué cambios se producen como
resultado de las diferentes intervenciones o qué objetivos conviene proponer a
continuación. El Profesor evaluará también su propio proyecto de trabajo haciendo
posible una valoración de su adecuación y cumplimiento.
Las
técnicas de evaluación más adecuadas para esta etapa son las entrevistas con
los padres y la observación directa y sistemática del niño por parte del
profesorado. Éste deberá objetivar al máximo los criterios en los que se basan
sus valoraciones, ayudando a los niños a conocer con claridad lo que se espera
de cada uno de ellos. Este ajuste entre lo que el niño puede y aquello que se
pretende que adquiera, requiere una intervención cuya eficacia se basa, en gran
parte, en el conocimiento del niño y de la ayuda educativa que precisa. De ahí
la importancia de una adecuada evaluación de su nivel de partida y de sus
posibilidades.
La
etapa de Educación Infantil tiene un marcado carácter preventivo y compensador.
Dada la gran importancia de la intervención temprana para evitar que los
problemas en el desarrollo se intensifiquen; esta etapa es especialmente
crítica y precisa de la máxima atención para que las distintas instancias
actúen coordinadamente en relación a los niños y niñas con necesidades
educativas especiales. La actuación del Profesor se concibe como la
organización intencional de actividades y experiencias, cuidadosamente
preparadas, favorecedoras del aprendizaje y, por tanto, del desarrollo.
Con
objeto de garantizar la mejor atención educativa a todo el alumnado, y en
particular la de los alumnos con necesidades educativas especiales, los
Profesores de Educación Infantil compartirán con los equipos interdisciplinares
de sector que les corresponda la búsqueda de orientaciones sobre la dimensión
de los alumnos y la toma de decisiones que permitan introducir ajustes en la
planificación educativa. En todo caso, estos equipos interdisciplinares de
sector, o los de atención temprana en particular, ampliarán su ámbito de
actuación hacia la mejora de los condicionantes generales de la oferta
educativa.